La primera vez que vi París (II): el pato 1067975
Cuando era muy pequeña leí en un libro: "París! ¡Hasta el aire huele bien!". Así que llevaba muchos años preguntándome a que huele el aire de París. Todas las ciudades tienen un olor, así que ¿cuál sería el olor parisino? ¿y el sabor de París? No sé por qué me imaginaba aroma de flores, quizá el olor fresco y frágil de la hierba en las cercanías de los parques, o el inconfundible olor a humedad que a la fuerza tiene que subir desde las márgenes del Sena. Pues nada de eso: París huele a mantequilla derretida, y a café con leche. Nada mejor para alguien como yo, que soy una golosa incorregible. Y algo peor: una constante y consciente víctima del pecado de la gula. Por eso mis tres días en París fueron un festival de sabores y de olores.
Loscaprichos gastronómicos son el único lujo asequible en una ciudad donde todo es muy caro. Uno tiene que contentarse con aplastar la nariz ante los escaparates lujuriosos de la Avenida Montaigne, pero cualquiera puede entrar en una "boulangerie" y comprar un generoso"brioche au chocolat" por un euro y medio. O gastar tres euros en "macarrons" de vainilla. O pagar poco más de un euro por un croissant reluciente y ligero como el aire. Los restaurantes de Ópera ofrecen exquisitos menús de tres platos por veintidós euros: caracoles, magret a la naranja y creme brulè, y los más modestos bistrots del barrio latino sirven especialidades francesas exquisitamente cocinadas por quince euros. En París, la gastronomía es el consuelo del turista modesto y la última tentación del viajero acomodado, que puedo recorrer las tiendas tentadores de la plaza Madeleine y llenar las bolsas con productos delicatessen de Fauchon o Hediard. Allí una sencilla caja de galletas (empaquetada como una joya) cuesta seis euros, pero dos calles más abajo, y por mucho menos, puede devorarse una baguette crujiente con jamón y queso camembert.
Un lujo incuestionable es tomar un cóctel en el bar Hemingwaydel hotel Ritz de la Plaza Vendome. Hacer una incursión en los bares de los hoteles de lujo es la mejor oportunidad de fisgar y disfrutar, siquiera una hora, de lugares imposibles para el viajero medio. En el Ritz ofrecen una larguísima y complicada carta de cócteles. Marcial, poco aficionado a los experimentos, pide un Tom Collins. Yo me dejoaconsejar por el barman - ¡estoy en París, y es el barman del Ritz! - y me bebo un "Veinticinco", una sabia mezcla de limón, champán y ginebra servido con una flor. Nos rodean fotos de Hemingway, que escribió uno de los libros que mejor recogen el espíritu de la ciudad tras la Guerra: "París era una fiesta". Me fijo en los retratos, y llego a la conclusión que la mirada de Hemingway parece prestada: esos ojos inocentes, indefensos, ojos de niño o de anciano, ojos cándidos, casi humildes, ojos desamparados y pequeños, no son los ojos del escritor genial, del hombre indomable que vio de cerca la muerte y de más cerca la vida. El Ritz, emblema de París, le puso a su bar el nombre de un escritor norteamericano. Al salir, me pierdo adrede por los pasillos intrincados del hotel, y me dejo rescatar por un recepcionista encantador.
Nuestro paso por París tuvo un momento a recordar para siempre: el domingo, víspera de nuestro regreso a Madrid, Marcial reservó una mesa para cenar en la Tour d´Argent, el restaurante más antiguo de París, que abrió sus puertas por primera vez en 1582. Las paredes del restaurante rezuman historia de todos cuantos han pasado por aquí. Epítome del lujo, la buena vida, el hedonismo puro y duro, el placer por el placer, el buen y el mal gusto, la Tour d´Argent es una metonimia de París. El espectáculo empieza nada más atravesar la puerta, cuando alguien se ocupa de las prendas de abrigo y un verdadero maestro de ceremonias chequea la reserva y empieza a hablar a cada uno en su idioma original. Me apuesto cualquier cosa a que aquel hombre sólo sabía decir "bienvenidos a la Tour d´Argent, ahora les acompañan a su mesa, que disfruten de la velada", pero también que es capaz de repetir la frase en veinte lenguas distintas. Luego, un ascensorista aprieta con toda ceremonia el botón que da acceso a la quinta planta, y se ve por primera vez uno de los restaurantes más hermosos del mundo, con sus inmensos ventanales sobre el Sena, las calles del Barrio Latino y la silueta de Notre Dame. Para que todo sea perfecto, nos dan una mesa que está junto a la ventana.
Todo es exquistamente lujoso, todo es de una opulencia y una ceremonia exagerada con la que sería imposible vivir a diario. Pero una vez, sólo una vez en la vida, encontrar a un maitre y a todo un ejército de camareros venidos directamente de la Belle Epoque es maravilloso y excitante. La carta de vinos estan grande como la Biblia de Guttemberg. Los aperitivos, pequeñas delicias misteriosas cuyos ingredientes se me escapan - a mí, que presumo de buen paladar y soy capaz de detectar los elementos de casi cualquier mezcla - y que engullo con una pasión que hasta me da vergüenza. El pan está caliente. La mantequilla se derrite al contacto con la miga humeante. Cuando veo que la carta que me ofrecen a mí no tiene precios - eso se reserva a la del caballero, paganini por decreto en este lugar de otro siglo - empiezo a revolverme en el asiento porque me temo lo peor. Pero Marcial me recuerda que, dadas las circunstancias, sería un pecado pensar en nada distinto que la vista bellísima sobre el Sena y el crepúsculo tras Notre Dame, cuyos arbotantes le hacern paecer el esqueleto de un animal prehistórico.
Pedimos un tournedó de foie, un vino de Burdeos que decantan ante nosotros con toda ceremonia y cuyo primer trago, tras probar el foie, pone en alerta todos los sentidos. Como plato principal hemos pedido el famoso pato a la sangre, estrella de la carta, que se sirve en dos tiempos: primero, el magret fileteado y acompañado de patatas souffle. Después, el confit. Lo como con la sensación de que nunca en mi vida volveré a probar algo así.
Mi postre es un pastel de chocolate denso y sabrosísimo. Estoy disfrutando tanto que Marcial se ríe: soy tan rematadamente golosa, tan ávida de sabores, que pienso que soy muy afortunada de no habr vivido en otra época, donde las mujeres tenían que disimular su buen apetito. Yo siempre tengo hamabre, y soy incapaz de decir que no a un bocado apetitoso. Por eso rebaño el postre mientras Marcial bebe una copa de oporto sin preguntar siquiera si me gusta el pastel: es demsaido evidente, soy demasiado poco discreta en ese sentido.
Después, el mismo camarero que podría haber servido a Oscar Wilde, nos entrga un certificado donde se hace constar queel pato que hemos comido era el número 1.067.975: empezaron a contarlos desde 1890,cuando el célebre Frederic se hizo cargo de la cocina del restaurante.
Salimos de La Tour d´Argent al filo de las doce de la noche, en medio de una temperatura veraniega, y durante un par de horas recorremos las terrazas del barrio latino y nos demoramos bebiendo ginebra, que se supone que es digestiva. Justo antes de entrar en un taxi, desde un puesto callejero de crepes vuelvo a notar un olor que se ha vuelto familiar. Huele a mantequilla. Es el olor de París.
Loscaprichos gastronómicos son el único lujo asequible en una ciudad donde todo es muy caro. Uno tiene que contentarse con aplastar la nariz ante los escaparates lujuriosos de la Avenida Montaigne, pero cualquiera puede entrar en una "boulangerie" y comprar un generoso"brioche au chocolat" por un euro y medio. O gastar tres euros en "macarrons" de vainilla. O pagar poco más de un euro por un croissant reluciente y ligero como el aire. Los restaurantes de Ópera ofrecen exquisitos menús de tres platos por veintidós euros: caracoles, magret a la naranja y creme brulè, y los más modestos bistrots del barrio latino sirven especialidades francesas exquisitamente cocinadas por quince euros. En París, la gastronomía es el consuelo del turista modesto y la última tentación del viajero acomodado, que puedo recorrer las tiendas tentadores de la plaza Madeleine y llenar las bolsas con productos delicatessen de Fauchon o Hediard. Allí una sencilla caja de galletas (empaquetada como una joya) cuesta seis euros, pero dos calles más abajo, y por mucho menos, puede devorarse una baguette crujiente con jamón y queso camembert.
Un lujo incuestionable es tomar un cóctel en el bar Hemingwaydel hotel Ritz de la Plaza Vendome. Hacer una incursión en los bares de los hoteles de lujo es la mejor oportunidad de fisgar y disfrutar, siquiera una hora, de lugares imposibles para el viajero medio. En el Ritz ofrecen una larguísima y complicada carta de cócteles. Marcial, poco aficionado a los experimentos, pide un Tom Collins. Yo me dejoaconsejar por el barman - ¡estoy en París, y es el barman del Ritz! - y me bebo un "Veinticinco", una sabia mezcla de limón, champán y ginebra servido con una flor. Nos rodean fotos de Hemingway, que escribió uno de los libros que mejor recogen el espíritu de la ciudad tras la Guerra: "París era una fiesta". Me fijo en los retratos, y llego a la conclusión que la mirada de Hemingway parece prestada: esos ojos inocentes, indefensos, ojos de niño o de anciano, ojos cándidos, casi humildes, ojos desamparados y pequeños, no son los ojos del escritor genial, del hombre indomable que vio de cerca la muerte y de más cerca la vida. El Ritz, emblema de París, le puso a su bar el nombre de un escritor norteamericano. Al salir, me pierdo adrede por los pasillos intrincados del hotel, y me dejo rescatar por un recepcionista encantador.
Nuestro paso por París tuvo un momento a recordar para siempre: el domingo, víspera de nuestro regreso a Madrid, Marcial reservó una mesa para cenar en la Tour d´Argent, el restaurante más antiguo de París, que abrió sus puertas por primera vez en 1582. Las paredes del restaurante rezuman historia de todos cuantos han pasado por aquí. Epítome del lujo, la buena vida, el hedonismo puro y duro, el placer por el placer, el buen y el mal gusto, la Tour d´Argent es una metonimia de París. El espectáculo empieza nada más atravesar la puerta, cuando alguien se ocupa de las prendas de abrigo y un verdadero maestro de ceremonias chequea la reserva y empieza a hablar a cada uno en su idioma original. Me apuesto cualquier cosa a que aquel hombre sólo sabía decir "bienvenidos a la Tour d´Argent, ahora les acompañan a su mesa, que disfruten de la velada", pero también que es capaz de repetir la frase en veinte lenguas distintas. Luego, un ascensorista aprieta con toda ceremonia el botón que da acceso a la quinta planta, y se ve por primera vez uno de los restaurantes más hermosos del mundo, con sus inmensos ventanales sobre el Sena, las calles del Barrio Latino y la silueta de Notre Dame. Para que todo sea perfecto, nos dan una mesa que está junto a la ventana.
Todo es exquistamente lujoso, todo es de una opulencia y una ceremonia exagerada con la que sería imposible vivir a diario. Pero una vez, sólo una vez en la vida, encontrar a un maitre y a todo un ejército de camareros venidos directamente de la Belle Epoque es maravilloso y excitante. La carta de vinos estan grande como la Biblia de Guttemberg. Los aperitivos, pequeñas delicias misteriosas cuyos ingredientes se me escapan - a mí, que presumo de buen paladar y soy capaz de detectar los elementos de casi cualquier mezcla - y que engullo con una pasión que hasta me da vergüenza. El pan está caliente. La mantequilla se derrite al contacto con la miga humeante. Cuando veo que la carta que me ofrecen a mí no tiene precios - eso se reserva a la del caballero, paganini por decreto en este lugar de otro siglo - empiezo a revolverme en el asiento porque me temo lo peor. Pero Marcial me recuerda que, dadas las circunstancias, sería un pecado pensar en nada distinto que la vista bellísima sobre el Sena y el crepúsculo tras Notre Dame, cuyos arbotantes le hacern paecer el esqueleto de un animal prehistórico.
Pedimos un tournedó de foie, un vino de Burdeos que decantan ante nosotros con toda ceremonia y cuyo primer trago, tras probar el foie, pone en alerta todos los sentidos. Como plato principal hemos pedido el famoso pato a la sangre, estrella de la carta, que se sirve en dos tiempos: primero, el magret fileteado y acompañado de patatas souffle. Después, el confit. Lo como con la sensación de que nunca en mi vida volveré a probar algo así.
Mi postre es un pastel de chocolate denso y sabrosísimo. Estoy disfrutando tanto que Marcial se ríe: soy tan rematadamente golosa, tan ávida de sabores, que pienso que soy muy afortunada de no habr vivido en otra época, donde las mujeres tenían que disimular su buen apetito. Yo siempre tengo hamabre, y soy incapaz de decir que no a un bocado apetitoso. Por eso rebaño el postre mientras Marcial bebe una copa de oporto sin preguntar siquiera si me gusta el pastel: es demsaido evidente, soy demasiado poco discreta en ese sentido.
Después, el mismo camarero que podría haber servido a Oscar Wilde, nos entrga un certificado donde se hace constar queel pato que hemos comido era el número 1.067.975: empezaron a contarlos desde 1890,cuando el célebre Frederic se hizo cargo de la cocina del restaurante.
Salimos de La Tour d´Argent al filo de las doce de la noche, en medio de una temperatura veraniega, y durante un par de horas recorremos las terrazas del barrio latino y nos demoramos bebiendo ginebra, que se supone que es digestiva. Justo antes de entrar en un taxi, desde un puesto callejero de crepes vuelvo a notar un olor que se ha vuelto familiar. Huele a mantequilla. Es el olor de París.
Etiquetas: Ernest Hemingway, Hotel Ritz de París, La Tour d´Argent, París
71 comentarios:
A la una y media de la tarde no se te puede leer, marta. Se me hace la boca agua. Anoto sugerencias porque, toco madera, en septiembre haré mi primer viaje a Paris...
Vendré con unos quilos de más pero es evidente que merece la pena...
Bonsoir
Marta:
Es muy agradable leerte. Los seguidores del blog te agradacemos que cuentes lo que cuenta y como lo cuentas. Es muy gratificante.
Otra cosa: llevo tiempo siguiendo este blog y tengo claro que hay una o dos personas empeñadas en buscar las cosquillas como sea.
Partiendo de la base que este blog es tuyo y que una mayoría absoluta no queremos el mal rollo que algunos despiden, te sugiero que les pongas coto. Elimina sus ventosidades. Que se vayan con la música(¡quien les diera!) a otra parte. Aquí no los echaremos de menos.
Si quieren un escenario para su mala baba, que sea otro.
A parte de los olores y los sabores, París tiene ecos, en cada pared, en cada piedra, seguro. No debe ser como otras ciudades, que ventila sus ecos en vientres ajenos. Siempre pensé que París sólo podía tener un eco perpétuo, la voz de Apollinare reictando:
Vosotros con la boca hecha a la imagen de la boca de Dios
boca que es el orden mismo
sed indulgentes al compararnos
con los que fueron la perfección y el orden
nosotros que siempre buscamos la aventura
no somos enemigos
al queremos daros vastos y extraños dominios
donde el misterio germina para el que quiera cosecharlo
hay fuegos nuevos colores nunca vistos
mil fantasmas imponderables
para darles realidad
y explorar la bondad país enorme y silencioso
hay tiempo para desterrar
y tiempo para el regreso
piedad para nosotros que combatimos siempre en las fronteras
de lo ilimitado y lo porvenir
piedad para nuestros errores piedad para nuestros pecados
dios! las fronteras de lo ilimitado y del proveni: cest París is sim - Par, madamoseille...
Simplicidad en estado puro, la mejor forma de conocer una ciudad es perdiendose, redundar en los tópicos solo es propio de los viajeros inexpertos.
¿Pero qué tienen de malo los viajeros inexpertos, los turistas accidentales (a los que en el post de ayer alguien nombró)? Que cada uno disfrute sus viajes como bien le venga en gana: con topicazos, con descubrimientos, con botones (me encantó la historia), o subiéndose a los autobuses esos que recorren las ciudades.... Qué manía tiene en criticar todo algunos de los que intervienen aquí!
Marta, me han gustado muchos tus comentarios. Lo único que tienen de malo, es que producen cierta envidia...
qué envidia y qué hambre nos has dado con tu post... he estado en parís varias veces pero hace años, y tengo muchas ganas de volver . sobretodo, después de este maravilloso recorrido cultural, literario y gastronómico con el que nos has obsequiado.
me alegro mucho de que hayas disfrutado tanto, me ha encantado tu relato. un beso.
Bueno bueno que horror, tomo nota de todos los sitios en los que has estado..
Antonio no ha estado en Paris y cuando nos escapemos voy a quedar requetebien con todas esas recomendaciones..
Que bonito viaje....
Besiños
Esther
Jajaja, ¿Le Tour D'Argent y el bar del Ritz "recomendaciones"? Sí, Esther, lleva allí a Antonio, que se va a quedar impresionao con tu originalidad. Luego vais al Sena a comprar unos libros y subís a la Torre Eiffel. Cuando vuelvas, nos lo cuentas, que habrá mucha gente interesada en tan exótica experiencia.
Os pido a todos los seguidores del blog que no contesteis al tocapelotas de siempre. Imagino que cuando él va a París hace buceo con botella por el Sena y puenting desde la Torre Eiffel. Yo, que soy más corrientita, me divierto haciendo cosas normales y hablado de ellas a quien pueda interesar.
Lucía, de acuerdo con tu defensa de lo turistas accidentales. Es bastante ridículo querer convertirse en Simone de Bevoir paseando por san Germain des Pres... y esa aspiración la suele tener gente que no ha viajado en toda su vida.
X.M, gracias por los versos de Apollinaire. Pero tienes razón,habría que imaginarlos recitados por el autor.
Patricia, el recorrido gastronómico tiene su lado oscuro: me he traído un kilo extra como souvenir. Tanta mantequilla no puede ser buena.
Carmen, Esther, hablad conmigo antes de iros, os daré un par de direcciones y una lista maravillosa que me pasó un amigo casi parisino.
El tocapelotas, Marta, no ha salido en su vida del cortello. O si ha salido, como si no. Y ten la satisfacción de que lo corroe le envidia, que cada cosa buena que te pasa a tí o a tu entorno le obliga a guardar cama, o cuadra. Así que continúa contando cosas agradables y hasta puede que un día sea víctima de ese fenómenos llamado combustión espontánea. Dicen que no es una leyenda urbana, le ocurre a una persona de cada cien millones y que suele afectar preferentemente a los muy gilipollas. Partiendo de esta base, el tocapelotas es un candidato potencial de pimera.
Paranoia típica de la adicción a internet: creer que detrás de todo está la misma persona.
Yo no tengo nada que ver con el que habla en gallego.
¿No cabe la posibilidad de que Marta haya escrito un texto infumable? ¿O se trata de una verdad científicamente irrefutable que lo que escribe Marta sólo desagrada a los del BNG? A mí esto de París me ha parecido un cúmulo de chorradas sonrojantes. Y que los demás se lo aplaudáis y hasta se lo agradezcáis pues todavía me lo parece más. Claro que así funcionan los grupitos: los del BNG o como se llamen y el de los admiradores de Marta.
¿Persona?. Lo dices por tí. Ja, ja y ja.
¿Y quién habló aquí del BNG?.
Anda y que te ondulen; con pa "permanen", claro.
Querido Anónimo, por favor, deja de leer mis chorradas que pueden lastimar tu finísima sensibilidad y provilegiada inteligencia, y deja que los demás lo pasemos bien hablando de nuestras cosas que está claro que no son las tuyas.
Me da igual quien seas. Sé quien no eres:ni un lector ni un amigo, de forma que no estás en el grupo de personas para las que escribo.
No sé de dónde sales (aunque lo sospecho) y te agradecería infinitamente que dejases de incordiar. Aquí hay gente - la primera, yo - interesada en tener la fiesta en paz. Como ni esa gente ni yo hacemos daño a nadie hablando de lo nuestro, que no es lo tuyo, te invito cordialmente (es un decir) a irte con la música a otra parte. Y recuerda que en mi mano está hacerte aceptar esa invitación. Basta con utilizar las herramientas de mi administrador para eliminar tu mala leche congénita y tu absurda fijación conmigo.Si lo que escribo no te interesa, no tienes más que buscar otro blog capaz de llenar tus ansias de buena literatura. A partir de este momento me siento en el completo derecho de eliminar tus textos insultantes.
¡Ahí le duele!
¡Ya era hora!
París evoca tus palabras, Marta, París es mucho París, y el anónimo es mucha Miseria Humana.
"A mí esto de París me ha parecido un cúmulo de chorradas sonrojantes. Y que los demás se lo aplaudáis y hasta se lo agradezcáis pues todavía me lo parece más."
Oh, qué bonito, chorradas sonrojantes, o bien pudieran ser estupideces anodinas, o absurdas emociones parisinas, o Miel para el Cerdito que no tiene más arma que la ofensiva contraria y las fijación psicopática que trae consigo ese extraño y dañino deambular por la vida.
Marta, sé que no necesitas refuerzos, pero en fin, ahí te va mi solidaridad.
Es fácil escribir chorradas e insultos detrás de un anónimo y creerse super original y combativo.
Yo no he ido nunca a París, y no creo que -tal como va mi vida- algún día pueda subir a la Tour D'Argent ni siquiera a tomar el aperitivo.
Pero me encanta perderme por cualquier ciudad medianamente antigua y encontrar esos rincones medio olvidados; o comercios de artesano-especialista-no-franquiciado que sabe de lo suyo y lo disfruta; o baretos casi cutres que todavía son auténticos y que no venden comida envasada y caduca.
Hacerlo con alguien que disfruta con lo mismo, con buena conversación y algún producto sencillo de la tierra... creo que eso está casi al alcance de cualquiera que tenga buenos amigos.
Javier, gracias,a todos nos viene bien una palmada en la espalda.
Thomas, nunca digas nunca, París va a estar siempre en el mismo sitio esperando por ti. Sí que es un placer darse un garbeo por cualquier ciudad con un casco histórico interesante, y no digamos ya encontrar uno de esos bares cuyo suelo desaparece bajo las cabezas de las gambas... y donde suelen hacer unas patatas bravas buenísimas. Y, desde luego, si puedes hacer el paseo con alguien del lugar, la cosa mejora mucho.
A ver si nos aclaramos... Soy el que ha escrito lo de los topicazos, y era la primera vez que dejaba un comentario aquí. Así que la fijación psicópatica la tenéis vosotros -sí, vosotros-, al ver fantasmas por todas partes. Era la primera entrada que leía aquí y seguramente sea la última, sobre todo a causa del bajo nivel de la escritora, por lo menos el que ha demostrado en la entrada sobre París.
Srta. Marta, evidentemente ni soy lector ni amigo. ¿Que tampoco me cuento entre la gente para la que escribes? Hombre, si tienes un blog será porque escribes para todo el que pase por aquí. Si sólo quieres escribir para un grupo selecto -de selección-, pues restringe el paso, y entonces sí que entrarán únicamente lectores y amigos.
Me alegra lo que dices, Marta. A lo mejor llego a París.
Descripciones como las que haces tú me ayudan a tratar de ver mi propia ciudad -y otras que por lo habitual me resultan muy conocidas- con la visión y el tiempo del turista. Os aseguro que ganan mucho, porque la rutina hace que nos limitemos a unos pocos sitios y de una sola manera.
Yo nací en Burgos y conocí la Catedral la primera vez que fui de turista, casi 40 años más tarde, para "enseñársela" a unos amigos.
Y al anónimo: ponte un nombre y así nos aclaramos y se acaba el lío. El problema es tuyo.
Al lector anónimo y exquisito: adelante en tu búsqueda de buena literatura, te deseo suerte. Por cierto, para no haber entrado nunca en este blog, te llevas una sobredosis de visitas para comprobar si alguien responde a tus comentarios.Espero que tu sensibilidad no haya sido dañada.
A Thomas: das en el clavo,muchas veces hay que hacerse turista para conocer la ciudad en que uno vive. De todas formas, no veo nada malo en ser turista, pues casi todos los somos en cuanto salimos de nuestro entorno. Siempre hay algún cateto que dice que él es viajero, que huye de los sitos que recomiendan las guías y no sé que más, pero normalmente esa es la gente que ni viaja, ni sabe hacerlo.
Marta, deseo manifestar mi desagrado por estos ataques injustos y basados en el resnetimiento cruel de quien no puede o no sabe hacer; sin embargo, considero, por mis viviencias en el país vasco, que responderlos sa lugar a una espiral de estrepitosos choques sin sentido.
Prefiero seguir con las navegaciones en el estar con los que considero afines, con aquellos con los que trillo...
un fuerte y fatriarcal abrazo a todos, todos
Tienes toda la razón. Por eso el resentido de turno está avisado. En adelante, voy a suprimir sus entradas sin más explicaciones. Esta es mi casa y la de mis amigos, y soy yo quien pone las normas.
Supongo que si alguien tiene experiencia en estas cosas eres tú por tu situación... y esto son unas vacaciones pagadas en comparación con lo que vivís ahí.
Otro abrazo para ti.
Buena decisión Marta. Creo que nos alegramos todos ¿Para qué hacer mala sangre sin necesidad?
Hola, soy el anónimo que dijo lo de los tópicos y que no habla gallego. Entré ayer sobre las tres y media y entro ahora, así que de sobredosis de visitas nada. También es un asunto que carece de importancia, pero te lo aclaro. Es más, ese argumento se puede volver en tu contra, porque también denota cierta fijación estar mirando cuánto entra fulanito, el cual además no es quien tú crees que es.
Lo de que suprimas los comentarios me da igual, como supondrás. Yo estoy aquí de paso, pero es que me lo habéis puesto muy fácil.
Chico: se nota que tu siquiatra está de vacaciones. Ojalá venga pronto, porque llevas una carrera...
Justamente lo que yo iba a decirte... ¿Se ha ido de puente tu psiquiatra?
Al anónimo chiflado: ¿qué es lo que te hemos puesto fácil? A lo mejor te crees que estás haciendo un alto ejercicio de crítica literaria
Al último -y chiflado- anónimo: no, sólo me estoy partiendo de risa. Los ejercicios de crítica literaria los hago en el blog de Pepiño, que escribe infinitamente mejor que Marta.
Por lo que leo has coseguído desasirte de la camisa de fuerza. ¿O te la ha sacado CORRETAMENTE tu ídolo de Palas?
Hola Marta:
Me ha encantado tu post sobre París. La verdad es que es una ciudad mágica que da para paseos comidas, conversaciones,... Creo que es una ciudad en la que me gustaría vivir. Las calles, los museos, los cafés, las librerías la lluvía... hasta los cementerios.
A mí me gustó una novela del año pasado de Pablo de Santis 'El enigma de París' con una trama increíble.
En cuanto al nuevo anónimo de tu blog creo que es muy complicado que alguien que no conozca al autor y no tenga ningún interés, entre en un blog y deje un comentario negativo. Yo entro todos los días en muchos blogs y normalmente dejas un comentario si te aporta algo el post, si te ha gustado, si te inspirado o recordado algo. No sé ese es un poco el espíritu bloguero: sugerir, comentar, charlar. Por eso me sorprende ese comportamiento entre bloggueros/as.
Bueno un besote y a seguir caminando,
M
"coseguído"... Si es que al final cada escritor tiene los lectores que se merece.
Chegamos a censura, consecuencia natural que poñen en practica as persoas tolerantes que so aprecian o borreguismo multicomplacente.
Pois Martiña, a menos que mercaras Google, sinto dicirche que o blog non é teu, outra cousa é que o administres con man de ferro, querida Margaret, pero iso di moi pouco o teu favor, como se non o dixeran xa as tuas andanzas allén dos pirineos.
Por certo, non se che botou en falla no dia das Letras galegas, por que seria?
Agora déixote censurando o meu comentario, se che minto e che digo que é moi brillante e orixinal, deixaralo estar?
Marta, eres una escritora pésima. Nunca había escrito en este blog. Sin más.
Que sí, hombre que sí. Marta es una pésima escritora, ejerce la censura y ni estuvo presente en el día de las letras gallegas ni se la llevaron de putas a Cuba. Además alguno de nosotros a veces pone mal las tildes. ¿No se os ocurre alguna babosada más?. Venga hombre, un poquito de imaginación, que ese es muy poquito incluso para vosotros...
Pedro.
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Pero ella no estaría ahora en el puente. Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba. Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabó. Oh Maga, y no estábamos contentos.
¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts? Me parece que ese jueves de diciembre tenía pensado cruzar a la villa derecha y beber vino en el cafecito de la rue des Lombards donde madame Leonie me mira la palma de la mano y me anuncia viajes y sorpresas. Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro. De manera que nunca te llevé a que madame Leonie, Maga; y sí, porque me lo dijiste, que a vos no te gustaba que yo te viese entrar en la pequeña librería de la rue de Verneuil, donde un anciano agobiado haca miles de fichas y sabe todo lo que puede saberse sobre historiografía. Ibas allá a jugar con un gato, y el viejo te dejaba entrar y no te hacía preguntas, contento de que a veces le alcanzaras algún libro de los estantes más altos. Y te calentabas en su estufa de gran caño negro y no te gustaba que yo supiera que ibas a ponerte al lado de esa estufa. Pero todo esto había que decirlo en su momento, solo que era difícil precisar el momento de una cosa, y aun ahora, acodado en el puente, viendo pasar una pinaza color borra vino, hermosísima como una gran cucaracha reluciente de limpieza, con una mujer de delantal blanco que colgaba ropa en un alambre de la proa, mirando sus ventanillas pintadas de verde con cortinas Hansel y Gretel, aun ahora, Maga, me preguntaba si este rodeo tenía sentido, ya que para llegar a la rue des Lombards me hubiera convenido más cruzar el Pont Saint-Michel y el Pont au Change. Pero si hubieras estado ahí esa noche, como tantas otras veces, yo habría sabido que el rodeo tenía un sentido, y ahora en cambio envilecía mi fracaso llamándolo rodeo. Era cuestión, después de subirme el cuello de la canadiense, de seguir por los muelles hasta entrar en esa zona de grandes tiendas que se acaba en el Chatelet, pasar bajo la sombra violeta de la Tour Saint-Jacques y subir por mi calle pensando en que no te había encontrado y en madame Leonie.
Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohibían cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en las vitrinas apenas iluminadas de unas calles que ya no recuerdo. Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metíamos en un café del Boul Mich y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedazo de tu vida.
¿Maga??...Mmmm Oracio Oliveira quizá......Este texto me recuerda algo......¿¿¿"Rayuela"???
Novela bonita como ninguna.
Gran libro lo recomiendo, es de Julio Cortazar...(si se me permite)
por cierto ...el que escribe en el blog de Pepiño,AY SEÑOR¡¡ Que leches haces aquí poniendo verde al personal??? A Principios de este año le envié un post a su blog en el que, con toda la educación del mundo le hacia 2 preguntas ...palabrita que sin mala leche y sin faltar, y no solo no me lo contestó si no que ni siquiera lo publicó.. asi que mira chico, Marta esta en todo su derecho en hacer de este un lugar de lectura agradable que- es- de- lo- que- se- trata...y de compartir experiencias no esperpentos hombre ya¡
Mrta aplaudo tu decision...aunque echaré de menos las brillantes replicas que salian por aqui.
Besiños a los amigos
Esther
Nivelazo de blog: se habla de Rayuela no sin aclarar que la escribió Julio Cortázar.
Esther es la lectora tipo de Marta Riverae la Cruz.
algunos posteadores anónimos son como mi tía Luisa, nunca supe si vestía santos o desvestía a las santas; o quizá sean los primeros seres nacidos de una muñeca hinchable, puro aire. O quizá puramnete masoquistas y esperan que alguien les frote los glúteos con un erizo.
Esos que critican a Marta (yo también soy su lector, incluso soy su anibal lector)son como los famosos eunucos de las mil y una noches, ven como cada noche el emir hace lo que hace con cada mujer de su harem, al verlo, aprenden cómo debería hacerse, pero...nunca podrán hacerlo!!!!por ejemplo, escribir una sola línea en su sola vida nacionalista de "en tiempo de prodigios"...
Valiente que eres un valiente...asi me gusta a mi la gente escondiéndose detrás de un anónimo....si filliño si , asi por la vida te va a ir de lujo.
Ah¡¡ Por cierto si te piensas que me ofendes llamándome "lectora tipo" estés equivocadísimo , pero es que no te puedes hacer ni la más remota idea de lo equivocadísimo que estás, y sabrás que no ofende quien quiere no??
Aunque en este caso me siento halagadísima, muchas gracias, y te pido disculpas, por supuesto por haber leído Rayuela con 18 años ( no te voy a dar el gustazo de decirte hace cuantos) y te pido disculpas también por admirar enormemente a Julio Cortazar, pero vamos si quieres tener una conversación conmigo cuando quieras quedamos para hablar de epigenética o de anticuerpos monoclonales que seguro que también eres una autoridad en eso, porque ya hemos visto que en juzgar eres the boss.
Venga y ahora a dormir que mañana tempranito te quiero por aquí acechando agazapado detrás de un matorral para ponernos verdes los que disfrutamos leyendo Y NO CRITICANDO.
Por cierto además de lectora tipo soy compañera de colegio de Marta y una gran admiradora de su trabajo asi que venga...mañana por la mañana ya tienes trabajo..
Buenas noches a todos
Esther
Y si no te gusta cómo escribe ¿por qué la lees?
Yo empezaría ya con la censura previa.
Por cierto, ese que dice que no echó de menos el día de las Letras Gallegas, me gustaría saber qué lee. No creo que pase de la guía de teléfonos.
"...Nivelazo de blog: se habla de Rayuela no sin aclarar que la escribió Julio Cortázar.
Esther es la lectora tipo de Marta Rivera de la Cruz..."
Sí, es como el prototipo de Anónimo que se atrevió a aventurar que mi identidad podría ser impostada cuando con ella figuro en infinidad de registros accesibles por cualquiera que desee tomarse la mínima molestia de comprobarlo, desde la ISBN hasta el depósito legal.
En efecto, el prototipo de Anónimo: tonto hasta la médula, estulto hasta la avaricia, necio hasta la nausea, inane hasta la saciedad.
¿Qué es eso de las putas de Cuba que dice Pedro? ¿Quién se fue de putas a Cuba?
Acabo de "estar" en la página de Pedro de Paz por vez primera. Os la recomiendo en todos los aspectos. ¡Enhorabuena, Pedro!. Por cierto, que no la pude visitar en su totalidad por falta de tiempo, pero lo haré, claro.
Otra cosa: en la invitación que hago a visitarla, con permiso e su titular, espero que no se dé por aludido el pirao ese que anda a veces por aquí expandiendo sus ventosidades.
Desde luego, a mí lo de París también me ha parecido el festival del tópico. Supongo que para tener éxito comercial hay que repetirle a la gente lo que ya está acostumbrada a oír. Cuando no se es muy exigente lo único que se quiere escuchar es cosas que no te hagan pensar ni esforzarte demasiado en conocer algo nuevo. Es como la literatura de Harry Potter o todas esas mierdas de cálices y conjuros medievales.
Pero supongo que eso es lo que da dinero.
Sin embargo, me parece estupendo que Marta nos deje expresar en "SU BLOG" opiniones libres, y que no haga censura previa como en otros sitios. Aunque sólo fuera por eso ya merece todo nuestro respeto.
Yo creo que todos aprendemos y disfrutamos con las distintas visiones de cada uno, en lugar de mirar todos hacia el mismo sitio, que es la figura del pensamiento único.
es tan facil hablar de parís y decir que es bonito...
lo dificil es encontrar la belleza en parla o en la moraleja
La Moraleja es bonito, quién ha dicho lo contrario. Zonas verdes, sublimes moradas, guapas muchachas, extraordinarios campos de golf...Claro que es bonito...Parla no lo conozco...Y París es maravilloso, la gran dama impertérrita y bella que nos mira indiferente a todos...
en la moraleja hay dinero, pero me parece espantosa. el dinero no es belleza. a veces puedes pagar a un decorador bueno y crearte tu micromundo aislado. pero al salir siempre te encuentras con el ruido de los cayennes 4x4 y los brillos de los palacios de los señores del ladrillo. zafiedad con un bolso vuitton. la belleza verdadera no puede estar ahí. paris, que ha sido capital del mundo, todavia no ha perdido parte de su identidad. pero poco a poco está sucubiendo al mercadeo de la mierda comercial. donde habia grandes duquesas que se prostituían por un bocadillo, según marta, ahora hay grandes prostitutas rusas que compran cuadros de bacon o lucien freud. evidentemente, todo está cambiando. claro que yo preferíria vivir en paris, antes que en parla, incluso en la moraleja. pero sigo pensando que el trabajo de un escritor es encontrar la belleza entre la basura, no cantar lo verdes que son los campos de golf. eso lo podemos hacer todos. y de eso está llena la literatura de los best-sellers, de tópico mas tópico.
Cedric, lea usted la mejor definición de Marta Rivera de la Cruz, fruto de la pluma del maestro Montero Glez.:
"Compartí tertulia con Marta Rivera de la Cruz que es niña dulce y escritora sencilla"
Escritora sencilla
JAJAAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!!!!!
Un escritor tendrá que escribir sobre lo que ve, y la belleza estará donde uno quiera que esté. Fitzgerald terminó odiando Niza pero nunca dijo que fuera feo. San Sebastián es maravilloso y Parla es feo. Puerto Rico es horrible y La India tiene rincones horrorosos y otros sublimes. En un rincón de Jaipur con cuervos, ratas, niñas famélicos no hay belleza. Bueno, sí la hay, pero no en el terreno, sino en las miradas de esos pobres hindúes, de los niños felices a pesar de nada. Hay gente que odia Palermo y a mí me fascina. Madrid está subestimada por mucha gente y tiene rincones preciosos. Cada uno que de libres opciones a su belleza.
Al anónimo pirao, al del JAJAJAJAJA. Lo tuyo, tío, es de traca. Te pasas el día pendiente de Marta y de lo que hace y de lo que dice y de lo que escribe. Estas obsesionado. Eres un sicópata sin duda y creo que no deben tomarte a broma. Te puedes convertir en un peligro real.
Se bueno, anda, vuelve al manicomio, porfa. Mira, mira lo que tengo aquí para tí. Sí, sí, ya sé que eres Napoleón. Y yo Josefina.
Hay moita imaxinación entre os comentaristas, tanta, que ven perigos entre a discrepancia.
Bienvenidos al blog de los cuerdos!
-El aire de París. La ciudad de la luz. Las márgenes del Sena.
-Los comentarios digamos críticos (todos ellos) son sin lugar a dudas obra del mismo psicópata. No existe la posibilidad de que haya más de una persona en el mundo a la que no le guste lo que escribe doña Marta Rivera de la Cruz. Y si la hay y osa expresarlo, se trata de otro psicópata al que convendría encerrar junto a maravillas de la narrativa contemporánea como "En tiempos de prodigios", hasta que recupere la sensatez.
-El español está superperseguido en Galicia, o sea, te lo juro.
-Los jóvenes no tienen el menor interés por la lectura, de ahí que lumbreras como Esther -o Hesther, por darle la h de la que ella privó a Horacio Oliveira- deban especificar que "Rayuela" es de Julio Cortázar.
-Sólo el PP garantiza la cohesión de España.
-"No supe que había ganado este premio hasta la noche de la entrega".
-El fútbol es así.
...
Al Anónimo del Anónimo Pirao: el comentario del JAJAJAJA encierra un grave peligro. Como sé que eres consecuente, acude a la comisaría más cercana y pon una denuncia, porque cada segundo que pasa corremos el riesgo de que la lengua española pierda a su más egregio representante hodierno.
Jodé! Menos mal que habíamos quedado en no contestar al anónimo. Le van a entrar agujetas a mi ratón de tanto ir de arriba abajo por el Blog. Pero me alegra leer a gente ocurrente.
Por este blog pulula cierto personajillo -o personajilla, vaya usted a saber- que a la menor discrepancia te acusa de estar pirao, chiflao, de ser un psicópata, un loco, un peligro público.
Cuando el otro día dejé mi primer mensaje aquí, me vino con el mismo cuento, pero como si yo fuera otro anónimo gallego (el galleguismo es otra de sus seguramente múltiples obsesiones, aunque en menor grado que la vesanía). Días después, volvió a aludirme a partir de dos comentarios que no había escrito yo. De forma que, como poco, donde él ve a un solo comentarista hay al menos tres, tal vez cuatro. Por no hablar del profesor Juan Carlos Moreno, a quien también ha acusado de dar clase con la camisa de fuerza puesta.
Tanta obsesión con los manicomios, las camisas de fuerza, etc, no puede ser buena. Bien obedece a unos celos paranoicos (piensa que alguien quiere quitarle a su escritora, a quien ve como si se tratara de John Lennon, y debe protegerla), bien se proyecta a sí mismo en los demás.
(Venga, ahora repite tu cantinela, que es sumamente original, casi tan original como las postales parisinas de Marta Rivera de la Cruz...)
Atención a lo que cuento:
El pirao, que es uno, pequeño y uncido, necesita que se le estimule. Como a ciertos semovientes hay que darle con la "aguillada" y como tiene su punto masoca disfruta con eso. Me pega que es un tio y que no se come una rosca. Con él en este blog, estáis haciendo una obra de misericordia. Y eso os será premiado. ¿Os imagináis lo que sufriría si pasáseis de él?. Sed buenos, dadle caña, le encanta, aunque le molaría más que le atizáseis en las nalgas con la pala de sacudir las alfombras.
Jejeje, si antes lo digo...
Primero: no es uno, sino trino...
Segundo: ayer decías que se fuera al manicomio; hoy que se quede... Vigila esos transtornos del ánimo.
Tercero: me alegro de que no quieras que haya censura...
Cuatro: esas tildes. Una vez puede ser casualidad, o cosa de las prisas, pero en cada uno de tus comentarios hay unas cuantas tildes que están donde no deben. Hazlo por tu escritora, que no se merece lectores ágrafos como tú.
Una amiga mía cree haberte visto ayer martes trabajando con, o para, una televisión extranjera ¿Sí, Marta?
Lo dicho: todo el día pendiente de lo mismo; obsesionado; ¿y si probaras a trabajar un poquito?
¿Lo de las tíldes?. Es como el juego de los siete errores; mientras las buscas y "disfrutas"(¡ya la cacé, ya la cacé!)... ; es como cuando le dan un hueso de plástico a un perro, con perdón para los perros.
Tan pendiente como tú, amiguit@. Es escribir un mensaje yo y ya estás tú aquí. Sí, el símil de los perros es acertado: tiro el hueso y al cabo de unos minutos ya estás aquí.
No intentes disimular respecto a las tildes. Las omites o las pones de más por pura burricie. Admite tu ignorancia. Es la única forma de que puedas remediarla.
Aquí el único obsesionado -u obsesionada- eres tú. Para colmo, de un día para otro cambias de idea. Anteayer te parecían mal mis intervenciones, ayer te parecían menos mal -aunque te refirieras a unas que no eran mías-, hoy abogas por la escritura en ebria libertad (cuando hablas de misericordia para cuantos orates la necesitan, supongo que te refieres a ti mism@)... Convendría que tuvieras más claras las ideas.
Una sugerencia: como hay distintos anonimos, lo mas oportuno es que los variados anonimos eligierias un nick al azar. Sólo por economía. Porque las conversaciones son bastante estúpidas del tipo "yo no soy el anonimo que dice eso", "el anonimo anterior..." Sería más comodo y mas inteligente identificar de alguna forma a los anónimos, y así uno puede adoptar la personalidad de Esperanza Aguirre u otros la de Ruiz Gallardón, por ejemplo, según la que más les guste. Lo otro me parece de tarados. Pero si os gusta pelearos como marujas de portería, o funcionarias en el desayuno, al menos facilitaos el trabajo. Lo único que hay que hacer es activar la casilla Nombre/URL. Seguís siendo igual de anónimos, y el que sea tarado lo seguirá siendo igual, pero al menos podremos identificarle como Carmen, Lolita o Pilar.
Me imagino que lo de "escritora sencilla" vendría a reflejar una manera de ser, no de escribir.
Qué pena intentar buscar siempre el lado malo.
En fin..
Al pirao:
Es que ya ni hace falta espolearte. Tienes algo así como el Baile de San Vito. Pero en la cabeza. Junto al serrín.
Sara Móntiel, Javier Marias, ¿de qué tarados hablas? ¿En plúral? Aqui tarados solo hay uno: el pirao que ha escrito los sesenta comentarios previos bajo diferentes nicks, pero es el mismo pirao, que lo se yo. Seguro que es un tío feo y péqueño que no se come una rosca y que vota sociata. Si es tía segúro que le gusta que le azoten en las nalgas y es como las del partido comúnista de las tierras vascas.
Se trata de un zumbao que ha escapado del manicomio y que es aficionado a expandir ventosidades. No hay que tomarselo a bróma porque es un peligro real y está obsésionado. Yo lo descubrí porque puse en el tócadiscos al revés la ultima novela de Marta. Al principio pensé que era en gallego, pero luego descubrí que se trátaba de un mensaje satánico que revelaba la existencia de una conspiración para que Marta comparta caseta en el Retiro con Maria Antonia Iglésias.
Ahora me voy a tómar otro tripi, que los tripis vienen muy bien para poner las tíldes.
Esta mañana me he cruzado contigo mientras esperabas un taxi en Augusto Figueroa. Ibas monísima: tu melena rubia recogida en una coleta, unas botas hasta la rodilla de ante marrón chocolate por encima de los pantalones, tambien marrones, y un shopping bag Carolina Herrera infestado de CHCHCHCHCHCHCHCHCHCHCH por todos lados. No me extraña que levantes tantas pasiones. Para bien y para mal.
Pues a mí sí me ha gustado. Únicamente cambiaría la palabra chequear por comprobar, pero el resto es muy evocador.
Lamento tener que comentar como anónimo, pero no quiero visitas desagradables en mi blog.
El turista accidental me parece tan respetable como cualquier otro, cada uno disfruta como quiere, o como puede.
Marta, es la primera vez que entro en este blog, pero no será la última. Mucho ánimo y que sigas entreteniéndonos con tus historias.
¿No os dais cuenta de que la URL es opcional?
Si la gente demuestra ese nivel de inteligencia escribiendo, no me extraña que san poco exigente leyendo.
No me puedo creer que el nivel sea realmente tan bajo.
Hola Marta,
a mí París me huele a mar.
Un consejo: los trolls de internet y los anónimos son cometiempos. Se lo pasan muy bien a costa de uno proyectando sus propias frustraciones, porque no es otra cosa. Para insultar, como para adular, no hace falta ser un genio.
Lo mejor es pasar de ellos. No suprimir sus comentarios ni contestarlos. Pasar. Así, se aburren y se van.
Un beso
Javier (nos conocemos en persona, ya te diré la próxima vez que nos veamos)
Hola Marta! Soy Carmen me parece increible que haya gente que este entrando en tu blog para fastidiar si no le gusta lo qe escribes que no entre pero a los demás si nos encanta leer tus hstorias y comentarios tu me dijiste una vez despus de morir mi padre en navidades a esa gente no le entres al trapo asi que aplicaelo son uns impresentables. Me encantaría que me contases mas cosas e Paris pues voy en Julio. Espero verte antes un besiño y animate a venir al Arde Lucus.
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