Campeones
Mi plaza está que revienta de banderas de España, camisetas de la roja y hasta toros de Osborne. Es casi la una, pero me parece que la noche va para largo. He visto el partido con Martín, Maite y Patricia, bebiendo cerveza, jurando a ratos y apretando los puños cada vez que los alemanes se acercaban con la amenaza de dar trabajo a Casillas. Fue Uno - Cero, pero pudieron caer más. España fue mejor que Alemania, y por eso levantó la copa. A tu salud, Urkullu,que rima con capullo.
La que acaban de darnos los chicos de la selección puede ser la última gran alegría que nos llevemos en mucho tiempo. Este fin de semana me he dado una vuelta por un par de zonas comerciales, y me he quedado helada al ver la cantidad de negocios que se cierran. Hablo con Pilar, la camarera del bar de abajo, y le comento que no puede quejarse: tiene la terraza a tope. Me dice que no me fie de las apariencias: "antes la gente ocupaba una mesa y se pedía tres rondas. Ahora se están toda la tarde con una caña". Un amigo me cuenta que acaba de comprar por 43millones de pesetas un piso por el que empezaron pidiendo sesenta y dos. Las agencias de viajes lanzan ofertas desmadradas (una semana en Praga en hotel de cuatro estrellas por cuatrocientos veinte euros; nueve días en Nueva York por menos de mil) y los restaurantes caros se inventan menús de mediodía para compensar la ausencia de reservas.
Desde la primera página de "El País", Zapatero nos aclara que la crisis es opinable. Pues como todo, chaval. Pero no sé cómo sentará la frasecita de marras a las familias que este año no pueden ir de vacaciones o al que tiene que malvender un apartamento porque le han subido la hipoteca. Y el presidente: ¿Crisis? ¿Qué crisis?
Desde la calle siguen subiendo aplausos, cánticos de gloria y loas a Casilla y al niño Torres. Dos chicas se besan envueltas en camisetas rojas. Un hombre baila solo abrazado a una bandera. Un grupo entona el "Que viva España". Hace calor por fuera y por dentro,y las televisiones repiten una y mil veces el gol de la victoria. Esta noche es de todos. Mañana será otro día
La que acaban de darnos los chicos de la selección puede ser la última gran alegría que nos llevemos en mucho tiempo. Este fin de semana me he dado una vuelta por un par de zonas comerciales, y me he quedado helada al ver la cantidad de negocios que se cierran. Hablo con Pilar, la camarera del bar de abajo, y le comento que no puede quejarse: tiene la terraza a tope. Me dice que no me fie de las apariencias: "antes la gente ocupaba una mesa y se pedía tres rondas. Ahora se están toda la tarde con una caña". Un amigo me cuenta que acaba de comprar por 43millones de pesetas un piso por el que empezaron pidiendo sesenta y dos. Las agencias de viajes lanzan ofertas desmadradas (una semana en Praga en hotel de cuatro estrellas por cuatrocientos veinte euros; nueve días en Nueva York por menos de mil) y los restaurantes caros se inventan menús de mediodía para compensar la ausencia de reservas.
Desde la primera página de "El País", Zapatero nos aclara que la crisis es opinable. Pues como todo, chaval. Pero no sé cómo sentará la frasecita de marras a las familias que este año no pueden ir de vacaciones o al que tiene que malvender un apartamento porque le han subido la hipoteca. Y el presidente: ¿Crisis? ¿Qué crisis?
Desde la calle siguen subiendo aplausos, cánticos de gloria y loas a Casilla y al niño Torres. Dos chicas se besan envueltas en camisetas rojas. Un hombre baila solo abrazado a una bandera. Un grupo entona el "Que viva España". Hace calor por fuera y por dentro,y las televisiones repiten una y mil veces el gol de la victoria. Esta noche es de todos. Mañana será otro día
0 comentarios:
Publicar un comentario en la entrada
<< Página principal