Fin de Fiesta
Se acaba la Feria del Libro, y apuramos al máximo los días que nos quedan. En esta semana, dos citas, una en el Hotel Kafka con David López, que presentaba allí su novela "Niños de tiza". La tengo encima de la mesa para empezarla hoy mismo. Allí me encuentro con Espido, Pedro de Paz, Rafael Reig y Fernando Marías (que hacen de maestros de ceremonias), Javier Blanco Vila, Silvia Pérez... en la copa posterior le echo una media bronca a Loren, que tiene mañana un examen de sociología y le está robando horas al estudio. Cómo me alegro de haber acabado los estudios. Las vísperas de examen eran lo peor del mundo.
Ayer, en la preciosa terraza de Planeta - vistas sobre Cibeles, Alcalá y aledaños al corazón de Madrid - , fiesta de clausura de la Feria. Hacía una noche estupenda, y me encontré con amigos como GuillermoGalván - que está ultimando novelón histórico centrado en la época del arrianismo - y con Chani Pérez Henares, que me invita a un curso de Verano que dirige en la UNED. Luego nos vamos un grupo a celebrar el cumpleaños de Fernando Marías: le cae medio siglo, pero no se le nota nada. Nos tomamos unas copas a su salud en Le Garage, uno de los locales de moda en Madrid, y allí aparecen Vanessa Montfort, Nicolás Casariego y Miguel Ángel Matellanes. Miguel fue el editor de mi primer libro, "Que veinte años no es nada" y por eso siento hacia él un afecto especial. Hemos compartido un tiempo importante, y seguimos en contacto a pesar de que han pasado ya diez años - diez - y muchas cosas.
Vuelvo a casa antes de lo que hubiese querido: tengo programa de radio al día siguiente y es mejor no pasarse con el trasnoche y las copas. En eso, la edad no perdona: hace no tanto tiempo era capaz de tomarme cualquier cosa, dormir cuatro horas y estar al día siguiente fresca como unalechuga. Ahora, la resaca es terrible y me deja fuera de combate para varios días.
Lecturas: he terminado "El rojo de las flores", de Anita Amirrezvani, una especie de melodrama ambientado en la Persia del siglo XVII. No es que no sea entretenido, pero no es exactamente la literatura que más disfruto. Resulta una especie de Danielle Steel orientalizada y más pulida. En fin, yo ya lo he advertido.
Buenas noticias para Pablo Núñez y los que somos sus amigos: "Las hijas del César" prepara una nueva edición. Los libros se agotan en cuanto llegan a las librerías, y en algunos lugares está desbancando en las ventas al todopoderoso Carlos Ruiz Zafón.
Sólo una cosa más: acabo de leer una petición de ayuda de una chica a quien, el pasado 11 de junio, le robaron su ordenador portatil (un ibm - lenovo thinkpad T60) de su coche, un mini color crema que estaba aparcado en la calle Barquillo. En el ordenador estaban guardados gran parte de los recuerdos de su padre, fallecido hace poco. La máquina, que es antigua, no vale casi nada, pero lo que contiene sí. Por eso, la propietaria del ordenador, Rossana, ofrece 1000 euros (mil) a quien le devuelva el ordenador perdido. Su dirección es alabanda@gmail.com
Sé que es difícil, pero si los lectores de este blog podéis difundir este mensaje, seguro que Rossana os lo agradece.
Ayer, en la preciosa terraza de Planeta - vistas sobre Cibeles, Alcalá y aledaños al corazón de Madrid - , fiesta de clausura de la Feria. Hacía una noche estupenda, y me encontré con amigos como GuillermoGalván - que está ultimando novelón histórico centrado en la época del arrianismo - y con Chani Pérez Henares, que me invita a un curso de Verano que dirige en la UNED. Luego nos vamos un grupo a celebrar el cumpleaños de Fernando Marías: le cae medio siglo, pero no se le nota nada. Nos tomamos unas copas a su salud en Le Garage, uno de los locales de moda en Madrid, y allí aparecen Vanessa Montfort, Nicolás Casariego y Miguel Ángel Matellanes. Miguel fue el editor de mi primer libro, "Que veinte años no es nada" y por eso siento hacia él un afecto especial. Hemos compartido un tiempo importante, y seguimos en contacto a pesar de que han pasado ya diez años - diez - y muchas cosas.
Vuelvo a casa antes de lo que hubiese querido: tengo programa de radio al día siguiente y es mejor no pasarse con el trasnoche y las copas. En eso, la edad no perdona: hace no tanto tiempo era capaz de tomarme cualquier cosa, dormir cuatro horas y estar al día siguiente fresca como unalechuga. Ahora, la resaca es terrible y me deja fuera de combate para varios días.
Lecturas: he terminado "El rojo de las flores", de Anita Amirrezvani, una especie de melodrama ambientado en la Persia del siglo XVII. No es que no sea entretenido, pero no es exactamente la literatura que más disfruto. Resulta una especie de Danielle Steel orientalizada y más pulida. En fin, yo ya lo he advertido.
Buenas noticias para Pablo Núñez y los que somos sus amigos: "Las hijas del César" prepara una nueva edición. Los libros se agotan en cuanto llegan a las librerías, y en algunos lugares está desbancando en las ventas al todopoderoso Carlos Ruiz Zafón.
Sólo una cosa más: acabo de leer una petición de ayuda de una chica a quien, el pasado 11 de junio, le robaron su ordenador portatil (un ibm - lenovo thinkpad T60) de su coche, un mini color crema que estaba aparcado en la calle Barquillo. En el ordenador estaban guardados gran parte de los recuerdos de su padre, fallecido hace poco. La máquina, que es antigua, no vale casi nada, pero lo que contiene sí. Por eso, la propietaria del ordenador, Rossana, ofrece 1000 euros (mil) a quien le devuelva el ordenador perdido. Su dirección es alabanda@gmail.com
Sé que es difícil, pero si los lectores de este blog podéis difundir este mensaje, seguro que Rossana os lo agradece.
Etiquetas: David Torres, Fernando Marías, Guillermo Galván, Hotel Kafka, Las hijas del César, Nicolás Casariego, Niños de Tiza, Pablo Núñez, Planeta
6 comentarios:
Ja, ja, ja Me ha hecho mucha gracia que contaras esto. Soy un completo desastre. Los exámenes son algo horroso, es verdad, por eso me los tomo como si no tuviera que hacerlos; no sé si es un buen método, pero a mí me funciona...
Niños de Tiza está muy bien, creo que te va a gustar mucho (por cierto, has puesto López en vez de Torres).
Hoy me he leido casi de un tirón el manuscrito de un amigo, y retomo la tuya.
Un beso. Y gracias.
Pero, ¿dónde te metiste anoche chiquilla? Te busqué por todo el edificio de Planeta, pregunté por ti a varias personas que dijeron haberte visto y al final, nada de nada: ni el menor rastro. Claro que aquello parecía el metro en hora punta... Pero me dio rabia no puder charlar ni un ratito contigo.
Nos veremos en la próxima.
Un saludo,
Pedro de Paz
Loren, necesito tu método para los exámenes. En mi caso el desastre son los nervios que destruyen todo el trabajo del curso. Es lo que peor llevo, porque difruto con el privilegio de poder estudiar a mi edad.
Ya sólo me queda uno y por fin termino el suplicio de esta época, para poder comenzar a leer por fin, por puro placer y no obligada, la pila de libros que tengo sobre la mesa del estudio.
Marta, disculpa que no comentara en el anterior post sobre la Feria. Sí, me quejo de que el día no tenga alguna hora más. Me gustaría que existiera un "mercadillo" de tiempo, porque hay gente que no sabe qué hacer con él y otros, sacaríamos mucho partido a un día con 27 horas. He preguntado por ahí a ver si alguien vendía un poco de tiempo..., pero, nada, no he tenido suerte.
Un abrazo. Y gracias, de nuevo, por la sonrisa del sábado en El Retiro.
Hoy, ayer, es un día triste. El fin de fiesta, se cierra con la muerte de uno de los escritores más diletantes e inquietantes de la literatura española, el amigo Juan Manuel González. 53 años a los que adeudamos excesivos títulos, La llama del Brezo, Tras la luz del poniente, el primero poemario de sombras celtas, premio ateneo 2002, el segundo, premio gil de biedma. No podré olvidar a JuanMa, gracias tío por todo.
A mi no me dice mucho el que llamas todopoderoso Ruiz Zafón. De entrada desconfío de las novelas cuya primera edición sale con tantos miles de ejemplares ya vendidos, como si por la fama del autor ya tuviera que ser buena (y meto también a Ken Follet, por ejempo).
No les niego la buena técnica para escribir, pero personalmente prefiero disfrutar con los libros que tiene algo más que técnica. Aunque el autor o la autora tengan menos fama.
Para el amigo JuanMa
O si el anhelo.
Algún día volveré a Irlanda,
sinuantes ríos sus canciones.
Fingiré una iglesia o una pipa
con la mano que al pan asemeja.
Un diciembre más cae,
es otro año en que cabe
la esperanza.
Según finalizaba de recitar el último verso, abandoné el lugar y pensé en Luisa del Amo, sentada en un sillón de "su" librería leyendo un libro de JuanMa. En un silón, y me vino a la cabeza (al magín de todas las mágicas interpolaciones lingüísticas)un sillón con propiedades especiales, el silón de Cortázar en la Historia de cronopios y de famas. Salí corriendo a la biblioteca como si saliese corriendo hacia la librería y escogí el libro del anaquel. Cuando uno piensa en una historia de un libro, quizá es que ese libro se convierta en uno de esos libros para la relectura.
Me marchaba de la biblioría, cuando un libro me guiñó su portada desde un anaquel. El título? Azotando a la doncella, el autor? Robert Coover. He leído con botas de siete luengas, sus escasas setenta y una páginas, y siempre me envuelven y me vencen y me censuran.
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