Ya ya he firmado
Aquí estamos, de viernes, mis amigos y yo. No me preguntéis de qué nos reíamos porque no me acuerdo. A lo mejor los mojitos de mi cuñado (que es el del polo naranja) tuvieron algo que ver. La que se tapa la cara es mi hermana, Susana. La embarazadísima de negro es Cristina. Mamen es la que lleva el vestido verde agua, que es una pena que no se vea porque es precioso. Y el que nos da la nuca es Miguel. Los pasamos de miedo y acabamos a las tantas. El verano en Madrid se disfruta el doble si tienes allegados con terraza. De hecho, Vanessa Monfort me acaba de invitar a tomar una copa en la suya el jueves, gane o no gane España.
Ya os conté que mi amigo Pablo presentaba su novela en Lugo el sábado por la tarde. Éxito de público, llenazoen el Círculo de las Artes y ciento setenta libros vendidos en la presentación. A ver quien da más. Dentro de uno días, Pablo se viene a Madrid a hacer promoción de "Las hijas del César", y tendremos ocasión de vernos.
Lecturas de estos días: "El animal moribundo", de Philip Roth. Hermosa y demasiado breve. Una sola descripción ya vale la novela entera: Roth habla de "el sonido cremoso del saxo". No hay más que decir. Cuando uno encuentra una frase así, detiene la lectura y dedica unos momentos a pensar sobre cuánta literatura hay que tener dentro para parir una línea tan hermosa, tan expresiva, tan contundente. Amo a Philip Roth, y los que no aman a Philip Roth es porque no lo han leído. Ahora estoy leyendo "Leche materna", un descubrimiento interesante firmado por Edward St Aubyn y traído (como no) por Anagrama. La prosa de St Aubyn es elegante como pocas. Estoy disfrutando, pero con ganas de acabar. ¿Por qué? Porque esta mañana me han enviado la última novela de Ricardo Ménendez Salmón, "Derrumbe", y no quiero esperar mucho más para leerla. Ricardo es uno de los novelistas más interesantes que ha dado la narrativa española en los últimos años. Si no habéis leído "La ofensa", no esperéis más.
Yo ya he firmado, que conste. Ayer, dieciocho intelectuales suscribieron un manifiesto en defensa, no del español - un idioma que hablan 450 millones de personas no necesita defensa alguna - sino del derecho emplearlo en todo el territorio español. Que alguien, intelectual o no, tenga que reivindicar underecho constitucional nos da idea de cómo están las cosas en la piel de toro, pero ese es otro tema. Al firmarlo no he pensado en el genial Boadella, ni en el fino e inteligente Arcadi Espada, ni en Vargas Llosa, al que caerá encima un Premio Nobel más pronto que tarde, ni en Rosa Díez, ni en Raúl Guerra Garrido, ni en José Antonio Marina, ni en Álvaro Pombo. He pensado en las generaciones de analfabetos que se avecinan por obra y gracia del nazionalismo imperante, en los chavales monolingües por narices y por la burramia del que, obligado a quedarse en la aldea, no quiere que nadie salga de ella, no sea que se enteren por ahí fuera de lo que vale un peine. Y por eso he firmado, y por eso pido a los lectores de este blog que entren en www.elmundo.es y se adhieran a un manifiesto auspiciado por personas solventes, poco sospechosas de extremismos ni de intereses extraños.
En los próximos días, este post recibirá las correspondientes visitasde los talibanciños (cuidado con el tono, chicos, o vuestro destino es el limbo) acusando de fascista a la que suscribe y a los promotores del manifiesto. No voy a hablar de mí, que sé perfectamente cuál es mi palo, pero creo que son poco sospechosos de fascismo personas como Raúl Guerra, Marina, Pombo o Boadella. Cualquiera de ellos defiende, por encima de todo, la libertad individual, el derecho de cada cual a elegir. Yo ya he firmado. ¿Y tú?
Ya os conté que mi amigo Pablo presentaba su novela en Lugo el sábado por la tarde. Éxito de público, llenazoen el Círculo de las Artes y ciento setenta libros vendidos en la presentación. A ver quien da más. Dentro de uno días, Pablo se viene a Madrid a hacer promoción de "Las hijas del César", y tendremos ocasión de vernos.
Lecturas de estos días: "El animal moribundo", de Philip Roth. Hermosa y demasiado breve. Una sola descripción ya vale la novela entera: Roth habla de "el sonido cremoso del saxo". No hay más que decir. Cuando uno encuentra una frase así, detiene la lectura y dedica unos momentos a pensar sobre cuánta literatura hay que tener dentro para parir una línea tan hermosa, tan expresiva, tan contundente. Amo a Philip Roth, y los que no aman a Philip Roth es porque no lo han leído. Ahora estoy leyendo "Leche materna", un descubrimiento interesante firmado por Edward St Aubyn y traído (como no) por Anagrama. La prosa de St Aubyn es elegante como pocas. Estoy disfrutando, pero con ganas de acabar. ¿Por qué? Porque esta mañana me han enviado la última novela de Ricardo Ménendez Salmón, "Derrumbe", y no quiero esperar mucho más para leerla. Ricardo es uno de los novelistas más interesantes que ha dado la narrativa española en los últimos años. Si no habéis leído "La ofensa", no esperéis más.
Yo ya he firmado, que conste. Ayer, dieciocho intelectuales suscribieron un manifiesto en defensa, no del español - un idioma que hablan 450 millones de personas no necesita defensa alguna - sino del derecho emplearlo en todo el territorio español. Que alguien, intelectual o no, tenga que reivindicar underecho constitucional nos da idea de cómo están las cosas en la piel de toro, pero ese es otro tema. Al firmarlo no he pensado en el genial Boadella, ni en el fino e inteligente Arcadi Espada, ni en Vargas Llosa, al que caerá encima un Premio Nobel más pronto que tarde, ni en Rosa Díez, ni en Raúl Guerra Garrido, ni en José Antonio Marina, ni en Álvaro Pombo. He pensado en las generaciones de analfabetos que se avecinan por obra y gracia del nazionalismo imperante, en los chavales monolingües por narices y por la burramia del que, obligado a quedarse en la aldea, no quiere que nadie salga de ella, no sea que se enteren por ahí fuera de lo que vale un peine. Y por eso he firmado, y por eso pido a los lectores de este blog que entren en www.elmundo.es y se adhieran a un manifiesto auspiciado por personas solventes, poco sospechosas de extremismos ni de intereses extraños.
En los próximos días, este post recibirá las correspondientes visitasde los talibanciños (cuidado con el tono, chicos, o vuestro destino es el limbo) acusando de fascista a la que suscribe y a los promotores del manifiesto. No voy a hablar de mí, que sé perfectamente cuál es mi palo, pero creo que son poco sospechosos de fascismo personas como Raúl Guerra, Marina, Pombo o Boadella. Cualquiera de ellos defiende, por encima de todo, la libertad individual, el derecho de cada cual a elegir. Yo ya he firmado. ¿Y tú?
Etiquetas: Boadella, Manifiesto en apoyo del castellano, Menéndez Salmón, Pablo Núñez, Philip Roth, Pombo, Rosa Díez